El 29 y 30 de junio Madrid es sede de la cumbre de la OTAN. En la reunión se debatirán objetivos estratégicos para la alianza atlántica, punta de lanza del imperialismo estadounidense y sus socios menores europeos. La cuestión central es la guerra en Ucrania pero entre los puntos a tratar figura de forma destacada el nuevo concepto estratégico que tiene que definir “las prioridades políticas y operativas” de la alianza. Se trata de la maduración de una guerra mundial, que como toda conflagración internacional va tomando forma de manera escalonada con la irrupción de sucesivos elementos en su desarrollo. Diversas corrientes políticas y plataformas han convocado el domingo 26 de junio a las 12:00 horas a una manifestación en la capital de España desde Atocha hasta Plaza de España.
Entre los convocantes figuran de manera destacada partidos como Izquierda Unida y Podemos que forman parte de la coalición de gobierno con el PSOE, Gobierno que es responsable de una participación creciente de España en la guerra con el despliegue de soldados, aviones y barcos, y el envío de armas al Gobierno de Volodimir Zelensky en Ucrania. Su convocatoria y participación intenta ocultar el papel reaccionario del gobierno del que forman parte no solo en la política interna sino ante la propia guerra en Ucrania. El Grupo Independencia Obrera llama a concurrir a la manifestación por la inmediata salida de España de la OTAN y el cierre de las bases de la Alianza Atlántica en nuestro país pero desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, no de la burguesía y sus aliados.
Para el GIO la guerra en Ucrania es ante todo una guerra de la OTAN cuya perspectiva es la dominación del espacio ex soviético incluyendo Asia Central y en última instancia China. Por su parte, la invasión rusa del territorio ucraniano es reaccionaria porque supone la ruptura entre el proletariado ruso y ucraniano, negando la unidad de clase necesaria para derrocar al capitalismo en ambos países y exacerbando la cuestión nacional en Ucrania que actúa como freno a los intereses comunes de los trabajadores de Ucrania y Rusia.
Es reaccionaria porque no es una defensa de los intereses del proletariado ruso, sino de los intereses capitalistas bajo el control de los oligarcas tributarios del poder político en el Kremlin. Es reaccionaria porque no es una guerra de liberación sino de dominación. La causa ucraniana no es de liberación nacional y autodeterminación, sino de defensa de los intereses de la OTAN por delegación. Plantear la cuestión de Ucrania como una lucha entre democracia y totalitarismo, o entre liberación nacional y opresión, es ocultar la naturaleza interimperialista de esta guerra. Su esencia es una disputa por el dominio de la economía mundial y la resistencia a ese dominio y defensa de los intereses del capitalismo oligárquico por parte del Kremlin que ejerce de imperialismo subalterno.
Estamos en presencia de una guerra mundial en desarrollo que va decantando los intereses internacionales de forma acelerada al mismo tiempo que su evolución constituye un profundo ataque a las condiciones de vida de las más amplias masas tanto en las naciones semicoloniales como en las metrópolis. La guerra en desarrollo no solo convierte en carne de cañón a los trabajadores de Ucrania y Rusia sino que ha provocado una carestía incontrolable de los alimentos y los combustibles trasladando las consecuencias de la guerra a todos los rincones del planeta. El hambre y el deterioro económico promoverán movilizaciones y combates de los trabajadores a escala internacional.
Sólo la acción independiente de los trabajadores, en primer lugar en Ucrania y Rusia, y en el resto del mundo puede poner fin a la barbarie imperialista oponiéndole la acción revolucionaria de la clase obrera contra el dominio del capital, por el socialismo, mediante la instauración de gobiernos obreros.